En estos tiempos, vemos que a nuestro alrededor hay muchas celebraciones y festividades que marcan el paso de las estaciones y los ciclos de vida. Algunas de estas festividades pueden centrarse en temas oscuros, la muerte y lo sobrenatural. Como hijos de Dios, es esencial recordar que en medio de todo esto, estamos llamados a ser portadores de luz, a ser la sal de la tierra.

La oscuridad no tiene poder sobre nosotros porque Cristo vive en nuestros corazones. Mientras el mundo puede centrarse en lo que es efímero y pasajero, nosotros tenemos el privilegio de celebrar la vida eterna que se nos ha concedido a través de la obra redentora de Jesucristo en la cruz.

Celebrar la vida no significa ignorar la realidad de la muerte o el sufrimiento. Más bien, significa que en medio de estas realidades, podemos tener esperanza, alegría y paz. Porque sabemos que la muerte ha sido vencida y que la vida eterna es nuestra promesa.

Hoy, en lugar de enfocarte en lo que el mundo celebra, elige celebrar la vida que Dios te ha dado. Aquí hay algunas formas prácticas de hacerlo:

  1. Agradece: Haz una lista de todas las bendiciones en tu vida. Esto te ayudará a centrarte en lo positivo y a recordar todo lo que Dios ha hecho por ti.
  2. Comparte: Encuentra maneras de compartir el amor y la esperanza de Cristo con aquellos a tu alrededor. Puede ser a través de un acto de bondad, compartir tu testimonio o simplemente ser una presencia alentadora.
  3. Reflexiona: Pasa tiempo en oración y meditación, reflexionando sobre las promesas de Dios para ti y sobre lo que significa tener vida en abundancia.

Oración:

Señor, gracias por el regalo de la vida eterna. Ayúdame a centrarme en tus promesas y a celebrar la vida que me has dado, incluso en medio de un mundo que a menudo se centra en la oscuridad. Lléname de tu luz y úsame para ser una bendición para aquellos a mi alrededor. En el nombre de Jesús, amén.